¿Alguna vez has sentido que te miran por encima del hombro por ser «demasiado joven» para algo? ¿O quizás has visto a alguien más joven en un puesto de autoridad y has pensado:? «¡Ay, caramba, si solo sabe lo que es un ‘meme’!»? Pues bien, amigo, no eres el único. Es una reacción humana, casi instintiva.
Pero la Biblia, como siempre, nos aterriza de golpe en la realidad divina. Pablo, en su sabiduría apostólica, le dice a Timoteo, un líder evidentemente joven, que no permita que nadie lo subestime por su edad. ¡Boom! Mensaje directo y al grano. Y no solo es un consejo motivacional para Timoteo, ¡es un principio universal para todos nosotros!
La Autoridad: Un Regalo de Arriba, No un Título de LinkedIn
Aquí viene la parte jugosa: toda autoridad, ¡sí, toda!, proviene de Dios. No importa si es el presidente de tu país, el jefe de tu departamento o, como en nuestro caso, ese pastor o líder de alabanza que parece que acaba de salir de la escuela dominical.
Romanos 13:1 lo deja clarísimo: «Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.» ¿Lo pillas? No es que la persona sea inherentemente perfecta, sino que la posición que ocupa ha sido permitida o designada por el mismísimo Creador. Es como un Wi-Fi divino: la conexión viene de arriba, incluso si el router es un poco… peculiar.
¿Recuerdas a Jeremías? ¡Era un muchacho! Y cuando le dijo a Dios «Soy un niño,» ¿qué le respondió el Todopoderoso? «No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y todo lo que te mande hablarás» (Jeremías 1:7). Es como si Dios dijera: «Mira, Jeremías, tu currículum humano no me interesa tanto como tu disposición.» Y ni hablar de David, el pastorcito que terminó siendo rey, elegido por Dios no por su estatura, ¡sino por su corazón! (1 Samuel 16:7).
Respeta la Banda (Aunque el Baterista sea un Novato)
Entonces, ¿qué significa todo esto para nosotros? Significa que cuando ese líder, pastor o mentor, sin importar su edad, se para frente a nosotros con una autoridad delegada por Dios, nuestro deber no es cuestionar su fecha de nacimiento. Nuestro deber es honrar la posición.
Hebreos 13:17 nos da un consejo de oro: «Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.» ¡Imagínate quejándote y el líder tiene que dar cuenta de ti! Es como darle más trabajo al pobre.
El peligro de menospreciar a alguien por su juventud en una posición de liderazgo es doble: Primero, estamos desobedeciendo un mandato directo de Dios. Segundo, y esto es más grave, estamos, de cierta forma, ¡pateando la escalera que Dios mismo ha puesto! Romanos 13:2 lo advierte sin rodeos: «De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.» ¡Uf! Mejor no jugar con fuego divino.
Y, por supuesto, Timoteo también tenía su tarea. Pablo no solo le dijo «no dejes que te menosprecien,» sino que le agregó el complemento clave: «si no sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.» Es decir, si eres el líder joven, ¡ponte las pilas! Tu vida debe ser el mejor argumento contra cualquier prejuicio por tu edad.
El Caos de la Falta de Respeto: ¿Queremos un «Battle Royale» Espiritual?
Ignorar o deshonrar la autoridad, sea joven o no, es como invitar al caos a la fiesta. Si cada uno hace lo que le da la gana y subestima a los líderes, ¿qué nos queda? Un «Battle Royale» espiritual donde cada quien lucha por su propia razón. Proverbios 16:18 nos recuerda que «Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.» Esa actitud de «yo sé más que él» es un camino directo a la caída.
La Gran Conclusión: Madurez y ¡Oración!
Al final del día, el respeto a la autoridad delegada por Dios, sin importar la edad del líder, es un signo de madurez espiritual. Es reconocer que los caminos de Dios son más altos que los nuestros y que Él puede usar a quien quiera, cuando quiera, para Sus propósitos.
Así que la próxima vez que veas a ese líder «joven» al frente, en lugar de pensar en su fecha de nacimiento, piensa en el llamado de Dios sobre su vida. Y si te sientes tentado a dudar, haz lo que Pablo también nos aconseja: ¡ora por ellos! 1 Timoteo 2:1-2 nos insta a hacer «rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia.»
Porque, al final, no se trata de quién es el líder, sino de Quién lo puso ahí. Y si Él lo puso, ¡a Él le debemos el respeto!
¿Qué piensas? ¿Alguna vez has tenido que lidiar con este tema en tu iglesia o comunidad?
Juan Esteban Ospina Rodriguez