Toda la vida me ha gustado la literatura. Me encantaban las historias de príncipes y princesas; eran mis favoritas y me iba a dormir cada día leyéndolas. A la edad de ocho años, descubrí una biblioteca por primera vez, encontré la sección de romance y me estacioné en ella por varios años. Leí libro tras libro, y me encantaba como narraban cada historia de amor, creía saber del tema pero aún así decidí buscar mayor instrucción.
Así fue como me suscribí a la revista Tú. Esta revista la leían todas las chicas adolescentes de mi escuela, yo aún estaba en primaria pero conseguí la inscripción. Me llegaba de manera semanal y tenía una sección de belleza que me encantaba, porque era como mi propio tutorial de skincare, pero en formato leído. En esta sección te explicaban cómo aplicar el esmalte para que durara más tiempo, cómo cortar tu cabello y cómo cuidar tu piel. También había una sección de moda donde me enseñaban cómo combinar mis outfits. ¡Amaba esta revista!
Había otra sección, – mi favorita a este edad – de romance con tips sobre ¿cómo conquistar el corazón del chico que te gustaba?. Algunos de los consejos eran: primero, fijarte en el chico más popular y analizar cada una de sus actividades para involucrarte intencionalmente en alguna de ellas y coincidir con él en algún lugar; segundo, hacerte amiga de sus amigos, para que así, al hacer parte de su círculo cercano, fuera más fácil que te lo presentaran; y tercero, averiguar sus gustos y preferencias musicales, cinematográficas y gastronómicas. Así podrías contestar a la pregunta de tus gustos con sus propias respuestas para que este chico quedara sorprendido de lo mucho que tenían en común.
Me gustaría decirte que este artículo es como la revista Tú, que aquí encontrarás los tips que necesitas para atrapar al chico de tus sueños. Pero la mujer que escribe esto hoy no es la misma niña que leía esa revista en el pasado. De hecho, lejos estoy de creer en los preceptos anteriores. Hoy creo que más vale un corazón correcto que la popularidad, destrezas o habilidades de un chico. Que no tenemos que propiciar encuentros, que Dios se encarga de eso. Y que no debemos fingir ser quien no somos para conquistar el corazón de alguien.
Pero para cambiar drásticamente este parecer tuve que detenerme un momento a repensar todo lo que creía sobre las relaciones, deconstruir conceptos e incluso paradigmas que tenia respecto al tema.
Este proceso de analizar mis creencias me pareció relevante y sanador. Es por esto que he decidido compartirte cierta sabiduría que encontré en esos días de resignificar mis creencias en estas páginas.
Primer inconveniente que encontré en mi construcción de ideas sobre el amor: para cuando tenía dieciséis, me había leído tantas historias literarias de romance que mis pensamientos respecto a las relaciones estaban influenciados por un amor romántico y musical tan idealizado que carecía de realidad, que por supuesto, con el pasar del tiempo y la madurez logré aterrizarlo.
Recuerdo haber leído «La Ilíada» y que me llamase la atención la historia de Penélope, una mujer enamorada de su amado que se va a la guerra y ella decide esperarle por veinte años sentada mientras tejía. Quizás tú no has leído «La Ilíada», no tienes a tu amado en la guerra, pero quizás sí has imitado la conducta de sentarte en tus primeros veinte años de vida en la silla de la soltería, creyendo que la espera implica no hacer nada más. La vida es un regalo, y un regalo que debemos vivir intensamente desde el día uno. En la soltería no estamos a la espera de lo mejor, porque lo mejor es el hoy.
Siendo así, la soltería no es un proceso de búsqueda de otra persona, sino un proceso de búsqueda sobre quiénes somos, cuál es nuestro propósito. La única persona por quien debes apresurarte a encontrar es a ti mismo. Emprende la búsqueda que te llevará a descubrir tu propósito, a definir tu identidad y encontrar tus talentos y dones predominantes.
Pero esta búsqueda a veces se ve eclipsada por el romance, las emociones e incluso las hormonas. Los chicos, que deberían estar desarrollando habilidades, practicando los talentos en los que son buenos y perfeccionando los dones que han recibido, cambian sus planes por una agenda romántica que invade la mayor parte de su tiempo. El tiempo que podrían dedicar a la construcción de sus propios sueños ahora se gasta en saber cómo conquistar a alguien o en vivir la desdicha de no haber conseguido esta conquista.
Esto me lleva al segundo inconveniente que encontré en mi propio sistema de creencias: las mentiras no solo se leen, también se escuchan. Recuerdo, desde muy niña, escuchar una banda que se titulaba “Voz Veis”; era un sexteto vocal venezolano. Estos chicos tenían una canción que siempre sonaba en la radio, incluso sonaba en la emisora de mi colegio ¡Y era un colegio de monjas! Revisemos la letra de esta canción…
El Farolito – Voz Veis
Aún recuerdo el farolito de la esquina
Tiernamente alumbraba mis mentiras
No tenía dieciséis como decía
Era un niño en edad de golosinas
Me besaste ante la luna y mis dos primas
Sonrojando hasta la ropa que tenía
Labios tiernos que mataban mi vigilia
Se robaban los juguetes de esos días
Los encuentros de fútbol con mis amigos
Los cambié por besos y unos cigarrillos
Yo fui un dios que hizo verano en tu mejilla
Un astronauta entre tus pechos de afrodita
Y van, van por dentro
Tus recuerdos son estrellas que no paran de llover
Fuimos tarde a mirar la luz del día
Se nos iba el tiempo en tanta tontería
Yo pintaba nuevas pecas a tu vientre
Tu inventabas una forma de quererme
Conjugaba con Neruda y sus palabras
Un hechizo pa’ que nunca te marcharas
Y lo hiciste sin aviso esa mañana
En que el mundo fue el corral de mi desgracia
Y me juraste regresar algún verano
Al farolito juro me quedé pegado
Nunca un hombre te extrañó de esta manera
Nunca un niño te adoró de esa manera
Ay niña linda, me dejaste en los bolsillos
Triste aroma de besos y cigarrillos
Yo fui un dios que hizo verano en tu mejilla
Un astronauta entre tus pechos de afrodita
Y van, van por dentro
Tus recuerdos son estrellas que no paran de llover
Y van, van por dentro
Tus recuerdos son estrellas que no paran de llover
Tus estrellas nunca, nunca paran de llover
La estrofa en negrilla sería la versión masculina de Penélope. No sabemos cuánto tiempo se quedó pegado al farolito, pero sabemos que le esperó cada verano. Luego analicemos estas dos frases: “Labios tiernos (…) Se robaban los juguetes de esos días” y “Los encuentros de fútbol con mis amigos los cambié por besos y unos cigarrillos”. Aquí vemos cómo un chico transiciona de su etapa infantil de juguetes y su etapa social sana de fútbol con sus amigos y prioriza, por sobre estas, el enamoramiento, su sexualidad y el romance.
Por último, veamos esta estrofa: “Aún recuerdo el farolito de la esquina, tiernamente alumbraba mis mentiras; no tenía dieciséis como decía, era un niño en edad de golosinas”. Desconocemos su edad, dado que mintió sobre ella aún a su enamorada, pero sabemos que sería menos de dieciséis; supongamos que tenía aún catorce. Aun así, tendríamos una pregunta más por responder: ¿Qué edad tenía la chica? Tenemos dos opciones: que sea mayor o menor. Si ella era menor, tendría una edad inferior a catorce, digamos que doce, y si era mayor, es posible que esta madurez le hubiese ayudado a influir en él, robar su infancia, irse y luego no volver. No sabemos cuál de los dos casos sería peor, pero el punto es que esto fue doloroso para este chico.
Por supuesto yo no tenia conocimiento de lo que es el “Análisis crítico del discurso” para la edad en que escuchaba esta banda, pero sin duda las mentiras que hemos escuchado en la música son una influencia en la manera en que actuamos frente a las relaciones. Seria bueno que por un instante pensaras en las canciones que has escuchado respecto al romance y en cómo estas han podido influir en tu actitud romántica. Si gustas, déjanos el nombre de estas canciones en los comentarios, aquellas que hoy identificas tienen un mensaje equivoco del romance.
Por otra parte la canción nos dice “Se nos iba el tiempo en tanta tontería”, Las relaciones juveniles y aun las adultas que están fuera de todo propósito son una gran pérdida de tiempo, no solo el tiempo en que se tiene dicha relación, sino que posteriormente requerirá largos años adicionales para sanar, olvidar y restaurar lo sucedido. Esto se debe a la carente madurez emocional que se tiene a esa edad -antes de los dieciséis- o aún de adultos cuando las personas carecen de herramientas para gestionar sus propias emociones. Estos años de duelo posterior también tienen referencias musicales tales como Shakira en su canción Antología: “Y a pesar de que dicen que los años son sabios, todavía se siente el dolor. Porque todo el tiempo que pasé junto a ti, dejó tejido su hilo dentro de mí”. Este hilo podría tardar años hasta poder ser desligado del corazón de estas personas.
Volviendo a la canción del «Farolito», tal como este joven, algunos chicos oscilan entre el tiempo que dedican a sus habilidades y el tiempo de su agenda romántica, pero en el peor de los casos algunos chicos sueltan por completo sus propios planes por perseguir romances fugaces. Conozco mujeres que renunciaron a la posibilidad de realizar estudios en otros países solo porque les gustaba un chico en su ciudad local. También conozco chicos que decidieron estudiar la misma carrera que la chica que les gustaba, tomando decisiones permanentes basadas en emociones temporales. Esto me parece peligroso porque, a esta edad, deberíamos tener nuestra visión de vida clara y caminar en ella, una visión que no debe depender de otra persona. Entendiendo que la persona correcta te encontrará en el cumplimiento de la visión, y no al alejarte de ella.
Para finalizar, diremos que para avanzar en las relaciones también basta pausar, meditar en nuestro propio sistema de creencias sobre ellas; y cómo los estímulos continuos musicales, cinematográficos e incluso los matrimonios y noviazgos que hemos visto en nuestro circulo cercano han influido en nuestros temores, expectativas e incluso en la toma de decisiones respecto al tema. Todo esto, hay que llevarlo a la cruz. El lugar donde tomo pensamiento es sanado y trasformado.
Si te gustaría seguir creciendo en sabiduría respecto al tiempo de soltería te invito a leer la segunda parte de este articulo, te dejaré aquí el link:
El Propósito de la soltería Parte 2 – Tiempos de Cristo
Que Dios te conceda alegría y plenitud en tu soltería y que en su tiempo, traiga a tu vida una persona que sume felicidad.
Escrito por: Maria Fortich