Una pequeña lección de emprendimiento
Tengo 22 años y, junto a mis hermanos, creamos una empresa que ayuda a encontrar becas deportivas en EE. UU. para estudiantes atletas latinos, mayormente. Creo que desde muy niños, al ver a nuestros padres, a nuestro abuelo materno y a uno de nuestros tíos moviéndose como peces en el agua en la aventura empresarial, esto nos motivó, en lugar de buscar un empleo como muchos ya graduados lo hacen, a crear una empresa. Crear empresa no es solo trabajar, trabajar y trabajar, lo cual, sin duda, es vital para el éxito; todo emprendedor debe también investigar, leer, aprender de los que saben y, sobre todo, meter a Dios en la ecuación.
En ese camino me encontré con un maravilloso libro escrito por Jordan Raynor, Llamado a Crear, el cual abrió mi perspectiva sobre lo que es ser un emprendedor.
El libro me llamó la atención desde el momento en que Raynor enfatizó que ser un empresario es algo parecido a Dios porque Dios mismo fue el primer empresario. Fue muy interesante ver el enfoque que Raynor adoptó en el libro, y la autoridad e inteligencia que tenía para desarrollar sus ideas y conectarlas todas. Me gustó cómo Raynor no solo respaldó sus ideas, sino que también logró contar historias que mostraban escenarios de la vida real, haciendo que todo el contenido fuera más interesante y personal. Además de esto, también fue muy interesante ver cómo Raynor logró que sus ideas estuvieran organizadas, dividiendo el libro en cuatro secciones: Llamar, Crear, Desafíos y Cargar.
LLAMAR
Raynor abrió esta parte del libro definiendo lo que significa la palabra empresario y luego mostrando quién fue el primer empresario: Dios.
Raynor define a un empresario como «cualquiera que se arriesgue para crear algo nuevo por el bien de los demás» o, como el Diccionario Francés de 1723 definió, «una persona que asume una tarea con riesgo financiero». Estas dos definiciones tienen en común que la persona se arriesgará a crear algo por el bien de los demás, y eso fue exactamente lo que Dios hizo al principio. Dios creó la Tierra y todo lo que hay en ella para nuestro bien. Asumió el riesgo de que fracasáramos y nos apartáramos de Él porque, al final, su amor por nosotros y su necesidad y deseo de compartir su amor y carácter con nosotros superan el riesgo de fracaso. Además, en este mismo capítulo, Raynor aborda el tema de «¿Es el trabajo un castigo?». En la cultura actual, asociamos el trabajo con el castigo y con algo desagradable. Sin embargo, Raynor afirma que fuimos creados para trabajar porque el trabajo es parte de lo que Dios es. Y dice que incluso en la eternidad los ángeles están trabajando adorando a Dios. Raynor hace mucho hincapié en el hecho de que fuimos creados para trabajar, y nos da una pregunta para hacernos y determinar si lo que estamos haciendo es por voluntad de Dios o no. Raynor nos ayuda a determinar nuestros dones y talentos que, según él, nos ayudarán a entender y aclarar nuestro llamado. Un llamado que mostrará al mundo no nuestra gloria, sino la gloria de Dios.
Después de haber definido el significado de la palabra emprendimiento y nuestra llamada aquí en la tierra, Raynor salta para hablar sobre por qué «Creamos».
CREAR
Raynor comienza centrándose en un tema que es ampliamente visto en nuestra vida diaria y que, como seres humanos, muchas veces confundimos en nuestra vida y propósito, comenzando a caminar hacia la idolatría y los deseos egoístas. Alejándonos al mismo tiempo de la única fuente que puede darnos satisfacción, alegría y propósito, que es Dios. Raynor hace mucho hincapié en esto, y es por esta razón que siempre debemos tener en cuenta que todo lo que hacemos no lo hacemos por nosotros mismos, sino por la «gloria soli Deo», por la gloria de Dios. Así que es nuestro deber crear y trabajar en cosas que exalten a Dios y su amor por nosotros.
DESAFÍOS
Además de estos dos puntos muy interesantes, Raynor nos recuerda que en el camino del emprendimiento vamos a enfrentarnos a muchos desafíos y es por eso que siempre debemos confiar, apresurarnos y descansar en Dios. Raynor nos recuerda que tenemos que poner nuestra esperanza en Él, tenemos que ser transparentes y audaces porque, al final, todo lo que experimentemos (siempre y cuando tengamos nuestra esperanza y confianza en Dios) será para nuestro bien. Raynor afirma que solo necesitamos trabajar, apresurarnos y descansar sobre Él, y en este orden, Dios hará el resto. Raynor termina esta fase del libro recordándonos que, aunque a veces puede ser difícil y aunque nos sintamos abrumados o experimentemos fracasos, Dios dejó algo de ayuda: dejó nuestra comunión con Él por medio del Espíritu Santo y también dejó la iglesia para que pudiéramos descansar y encontrar descanso el uno en el otro. Él sabía y sabe todo lo que experimentamos y es por eso que, en el proceso de creación, se asegura de que tengamos suficiente ayuda para glorificarlo en todo lo que hacemos.
CARGAR
Finalmente, Raynor termina su libro con la última etapa, «Cargar». En esta etapa, Raynor nos recuerda y nos equipa con conceptos básicos que debemos compartir y ser capaces de mostrar a Dios en todo lo que hacemos. Raynor afirma que debemos mostrar a Dios con amor, con nuestro trabajo, con nuestra perseverancia y en la forma en que vivimos. Para que la gente pueda ver quiénes somos, y que la gente pueda ver que en medio de nuestro trabajo y luchas podemos seguir mostrando la esencia de Dios y, al mismo tiempo, expandir su reino. Fuimos llamados a crear, y al crear estamos contribuyendo a la expansión del evangelio.
Juan Esteban Ospina R
