UNA OBRA MAESTRA
¿Alguna vez has criticado a la del espejo? ¿Por tu figura, tu tono de piel, el color de tu pelo, la forma de tu nariz, tu abdomen o tus orejas grandes? Les confieso que yo he sufrido mucho con mi tono de piel, soy muy blanca y no ha sido fácil, tengo que hacer una cantidad de rituales antes de ir a la playa o de lo contrario, el viaje puede ser doloroso física y emocionalmente.
Nos queda fácil hacer la lista de defectos que creemos tener, pero es tan difícil entender quiénes somos en realidad, he hecho un ejercicio con algunas mujeres desde hace muchos años que consiste en preguntarles ¿quién eres? ¡Y tengo que confesar que me he encontrado con muchas sorpresas!
Algunas mujeres responden a mi pregunta con un poco de esfuerzo, otras dicen una cualidad y a continuación la lista de defectos interminable, otras me hablan de todos sus roles «soy una buena mamá, una trabajadora muy eficiente o una buena esposa» y otras simplemente quedan estupefactas ante la pregunta porque en su agitada vida olvidaron conocer a la persona más importante «Ellas»
Crecemos peleando con la del espejo porque no encaja en el estereotipo que seleccionamos como exitoso, nos educan con la idea de encajar, de agradar a otros y de desempeñar los roles que se derivan de nuestras relaciones, pero en realidad cuando nos vemos al espejo no sabemos quiénes somos.
¡Recientemente vi cómo una marca de maquillaje hacía publicidad con la autoestima de las mujeres! ¡No puede ser! No somos lindas por la marca de maquillaje que usamos, ni por los zapatos que nos ponemos, ni por el peluquero que nos atiende, o por comprar en las tiendas de moda. Somos especiales porque Dios nos creó a cada una, Dios no es un repostero Él no hizo un molde y ya, Él es un artista que se complace en la diversidad. Él te planeó, te soñó y te creó con tus cualidades y defectos, con tus fortalezas y debilidades.
Una mañana después de terminar una relación, me desperté en mi cama y parecía que nada tenía sentido, no sabía quién era y literalmente no tenía idea para que estaba aquí, me miraba al espejo y me daba cuenta de que me había dedicado a ser la pareja de «alguien», ¿me había olvidado de quien era yo? ¿Realmente podía olvidarlo? ¡Creo que no podía olvidarlo pues nunca supe quién era! Le pedí a Dios que me mostrara ¿quién era?, ¿para qué estaba ahí?, sentía que la vida ya no tenía sentido.
¡Dios me llevó a recordar mi vida cuando tenía cuatro años! Cuando mi esencia estaba intacta, cuando nadie me había dicho que debía encajar, cuando mi propósito estaba vivo y mis sueños aún no se derrumbaban. No fue fácil, pero fue muy especial y liberador, empecé a redescubrir mi esencia, el ADN que Dios había puesto en mí.
Recordé a la niña que pasaba horas y horas recortando papelitos para el próximo cumpleaños porque amaba decorar, hacer manualidades, organizar eventos y ver a las personas sonreír en su cumpleaños, recordé que me encantaba cocinar, pero tras un suceso triste en la cocina, había hecho un pacto mental diciendo que no cocinaría nunca más, recordé a la niña que le predicaba a sus muñecos y pasaba horas en el espejo con cepillo en mano presentando sus ideas a un auditorio imaginario, recordé a la niña tierna que confiaba en las personas y que había soñado con un hombre que la amara muchísimo, pero años atrás había hecho otro pacto mental «no enamorarme jamás».
Decidí recuperar mi ADN espiritual, le pedí a Jesús que limpiara mi corazón y mi mente de toda la basura que había entrado durante años, Él en su fidelidad infinita me ha mostrado día tras día cómo ser libre de los pactos mentales y de las ataduras que habían venido a mi vida a través de los efectos de algunos desengaños y desilusiones, le pedí a Jesús que me hiciera de nuevo esa niña que Él creó, que devolviera la ilusión a mi corazón, que me enseñara a estar feliz sola y a disfrutar de Su presencia.
¡Empecé a escribir, retomé mi pasión por la lectura, por cantar con la escoba, volví a sonreír y a reír a carcajadas, volví a decorar ocasiones especiales para alegrar la vida de las personas, a escribirle cartas a Dios, a comprarme flores para mí! ¡Porque las amo!, empecé a amarme de verdad!
Día a día lucho con pensamientos que vienen a estropear mi autoestima sin embargo, he entrenado durante años en el instituto bíblico del Espíritu Santo (mi tiempo a solas con Dios) para detectar las sutilezas del enemigo, tan pronto vienen esos pensamientos me recuerdo que “soy hija de Dios, una princesa del cielo y todos los componentes de mi esencia que Él me reveló” la mayoría de veces estos pensamientos huyen de mi mente, cuando no se van, identifico una grieta y le pido a Jesús que me revele la raíz y sane mi corazón, es increíble como el Espíritu Santo corre a ayudarnos en esos momentos.
Les cuento que la persona con quien terminé mi relación en ese momento es mi esposo, él era ese hombre lindo con quien soñé desde niña, Dios nos dio la oportunidad de sanar y empezar de nuevo una relación hermosa, solo hasta que aprendí a amarme y aceptarme, pude amarlo de verdad.
¿Mi querida amiga, sabes quién eres? ¿Conoces ese ADN especial, inigualable e incomparable que Dios hizo cuando te creó? Te animo a orar pidiéndole a Dios que te revele los componentes de esa obra maestra que hizo cuando te creó ¡Puedes escribirla en un post It y pegarla en frente de tu computador, puedes dibujarla, pintarla, hacer una lista en tu iPad, en las notas de tu celular, en tu diario o donde quieras! ¡Lo importante es que te des este regalo! ¡Será más especial y producirá más fruto en tu vida que esa cartera divina que quieres comprarte!
Andrea Aldana
Speaker & Writer
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