¡Una lámpara no se esconde!
“¿Alguien quiere preguntar algo más?” Dijo el director, yo levanté mi mano, le pregunté: “¿Dijiste que no podemos hablar de religión, pero Dios no es una religión, puedo hablar de lo que Él ha hecho en mi vida?” “No! Si quieres hablar de religión vete a la iglesia, eso es lo que hacen los predicadores, ¡servir a Dios en sus iglesias!”.
Por un momento no entendí quien me hablaba, no sabía si era la voz de Dios diciéndome que estaba en el lugar equivocado, no sabía si era el enemigo que me quería fuera del juego o si simplemente era aquel hombre adolorido en su corazón.
Acto seguido se presenta una mujer espiritista, se conectaba con los muertos y fue impresionante ver como aquel hombre y muchos en el auditorio la querían oír más y más, se maravillaban con lo que ella contaba.
Mi cuerpo sudaba como nunca antes, no me sentía nerviosa, pero era claro que el ambiente espiritual era absolutamente pesado y mi cuerpo así lo sentía, estaba tan incómoda que tuve que ir al baño y pedirle a Dios, a mi Padre, a mi roca fuerte que me hablara, Él en su gracia infinita me recordó la columna “TRABAJO EN BABILONIA” y me dijo “Ellos los quieren arrinconados en la iglesia” en ese momento supe que no debía tomar mis cosas e irme tal y como el enemigo me lo estaba susurrando en el oído.
Regresé al auditorio y mientras veía la ovación a la brujería y a la masonería en un ambiente académico, recordé que esta es la humanidad, es casi un delito hablar de Dios, ¡pero se rinden de rodillas al mundo espiritual del enemigo! En ese momento miré a los ojos al director y recordé en mi corazón que, si bien él era la autoridad en ese lugar, mayor era el Poder que habita en mí, porque es el mismo poder que resucitó a Jesús de entre los muertos, si Dios me tenía allí, era hora de demostrar de que estamos hechos los hijos de Dios.
Dios ha permitido que Egipto me pague el postgrado y todas las formaciones técnicas que he tenido la oportunidad de hacer, Dios ha permitido que hable con ejecutivos muy poderosos en su nombre, Dios me mandó a crecer en Babilonia y Él me ha prosperado allí, recordé como Dios permitía que los profetas se enfrentaran cara a cara a los magos, a los brujos y hechiceros para avergonzarlos y demostrar que Él es Dios y que todas las plataformas creadas para otros dioses siempre se rindieron ante Su Poder.
Dios utilizó a José en Egipto y su desempeño como gobernador para cuidar de su pueblo, Dios utilizó a Ester para salvar a Israel, no fue fácil para ellos, pero Dios siempre estuvo ahí, dándoles la victoria, que seria de Israel si José hubiese decidido volver y quedarse en la iglesia?, ¿o de Ester si hubiese renunciado a su influencia como reina y hubiese metido en un cajón su belleza e inteligencia solo por el miedo a cumplir su propósito? ¡El enemigo es muy sutil y pareciera que esos mensajes que nos dicen que nos ocultemos y nos guardemos en la iglesia vinieran de Dios, pero realmente es la estrategia que hoy tiene cautivos a muchos cristianos, viviendo fuera de la plenitud de cumplir su propósito, ocultándose entre las sombras, con una unción poderosa pudriéndose y pensando que sus talentos son para clavar un hoyo y esconderlos en la tierra, estoy casi segura que si llegaste hasta aquí, sabes como termina esa parábola! ¡Cuando regrese el dueño va a preguntar que hiciste con los talentos que te dio y la respuesta no puede ser, los enterré!
Sé que te estás preguntado como terminó mi día y puedo decirte que, así como en el antiguo testamento Dios se glorificó y los aplausos y reconocimientos se quedaron cortos, lo realmente maravilloso es que aún recibo mensajes de personas que me oyeron ese día y recibieron una palabra que está dando fruto en su vida.
Amo a mi iglesia profundamente, allí Dios ha transformado mi vida, allí aprendo, allí mi familia y mis hijos crecen, pero he entendido que el reino también se hace afuera, y que como dice
Lucas 11:33 “Nadie enciende una lámpara para esconderla, o para ponerla debajo de un cajón. Todo lo contrario: se pone en un lugar alto, para que alumbre a todos los que entran en la casa”.
¡No te escondas, no guardes tus talentos ni entierres tu propósito, brilla, brilla con la luz que el Espíritu Santo te da!
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Andrea Aldana
Speaker & Writer
