Un día a la vez.
«Un día a la vez» Esta frase se ha convertido en los últimos años en uno de mis lemas favoritos y lo más curioso es que descubrí que estaba inspirado en la Biblia; ¡Si! La palabra de Dios no solo lo avala sino que le suma un contexto bastante útil en estos tiempos de ansiedad y distracción.
«Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas. Mateo 6:33-34
Y para darte un ejemplo aún más gráfico quisiera hablarte del Maná. ¿Alguna vez has escuchado sobre el maná?
Cuenta el libro del Éxodo que el maná fue el pan que Dios le dio a su pueblo durante el camino por el desierto, un alimento que les era proporcionado de manera milagrosa diariamente para aliento y vida.
La Biblia dice que cuando el pueblo de Israel -el pueblo de Dios- recogía de este maná de sobra, es decir, cuando guardaba algunas porciones de este para el día siguiente, el sagrado maná amanecía echado a perder, cosa que obligaba al pueblo a recoger cada día únicamente su porción necesaria.
Más adelante, las Escrituras hacen alusión a que la Palabra de Dios es como el pan de vida.
Así que pensar en el maná como una palabra de vida que se renueva diariamente puede darnos una valiosa enseñanza acerca de cómo saciar nuestra hambre espiritual.
Vivir cada día es un reto, y alimentar nuestra fe de glorias pasadas o de afanes futuros puede hacernos enfermar espiritualmente. Nuestro alimento espiritual debe ser un ejercicio fresco y diario, una búsqueda incansable que sacie el hambre por encontrar un remanente de parte de Dios para nuestras vidas, uno que influya para bien en nuestras acciones y decisiones diarias, pero sobre todo, en la transformación de nuestro corazón.
Con el paso de los años me he dado cuenta de que en la mayoría de los casos las personas buscan alimento espiritual solo cuando se encuentran en medio situaciones difíciles como por una especie de amuleto o presagio pensando que al hacerlo recibirán bendiciones, y que si no lo hacen quedarán desprotegidas.
Lo que sí es un hecho es que cada vez que buscamos la palabra de Dios recibiremos bendiciones pues estaremos conectados a la fuente de nuestro alimento espiritual; sin embargo, vivir bajo esta especie de «trueque» tarde o temprano traerá agotamiento, ya que así no buscaremos a Dios por amor o por hambre espiritual sino por un beneficio temporal, dicha hambre pronto en cuanto llegue la calma se saciará y la fuente quedará en el olvido.
Somos seres espirituales, por lo tanto, conocer a Dios a través de la lectura de la palabra y la comunión con Su espíritu debe ser nuestro alimento más deseado, solo déjame hacer una aclaración acerca de la espiritualidad. En estos tiempos la idea de Ser espiritual abarca casi cualquier doctrina abstracta que nos regale una paz temporal y relajamiento, pero la idea de ser espiritual para Dios siempre ha ido más allá de posturas y respiraciones, la idea de ser espiritual para Dios radica en que Su Espíritu habite en nosotros y de esta manera su poder active nuestra mente, alma y corazón.
Así que cuando pienses en ser espiritual recuerda que Dios estaba hablando de un SER más que un HACER y esto solo lo podemos lograr alimentando nuestras vidas con Su palabra (maná) y permitiendo la llenura de Su Espíritu que nos enseña, nos vivifica, nos renueva, nos guía y nos mantiene conectados a la fuente de vida durante la prueba y fuera de ella, para que así cada día podamos enfocarnos en resolver su propio afán.
CAROLINA CARVAJAL.
