Albigenses y Valdenses.
¿Realmente somos Protestantes? Nuestro Origen empezó cuando nos apartamos de la Iglesia Católica como nos han dicho?.
Creerías si te digo que los Creyentes y seguidores de las enseñanzas de Jesús, bautizados como» Cristianos» después de la persecución por parte de Roma no fuimos extinguidos sino que grupos de ellos aún hoy existen?.
Nuestra creencia, nuestras raíces, nuestra FE en Jesús, vive y ha vivido inalterada a través de los siglos. Somos discípulos de Jesús y de un grupo de pescadores que decidieron creer y seguirle, no salimos de un cisma católico, no somos producto de una división hemos sido y sernos inalterables hasta que Cristo regrese por su Iglesia.
Los albigenses y los valdenses fueron dos movimientos religiosos que surgieron en Europa en los siglos XII y XIII, respectivamente. Ambos se caracterizaron por su crítica a la Iglesia Católica y su propuesta de una fe más sencilla y pura, basada en la Biblia y el ejemplo de los primeros cristianos.
Los albigenses, también llamados cátaros, que significa «puros» se originaron en el sur de Francia, especialmente en la región de Albi, de donde tomaron su nombre. Estos creían en la existencia de dos principios opuestos: el bien y el mal, representados por Dios y el Diablo. El mundo material era obra del Diablo, mientras que el mundo espiritual era obra de Dios. Los albigenses rechazaban los sacramentos, el culto a los santos, el clero y la autoridad papal. Su objetivo era liberarse de la materia y alcanzar la unión con Dios mediante una vida ascética y una ceremonia llamada consolamentum, que les confería el estatus de puros.
Los valdenses, también conocidos como pobres de Lyon, se originaron en la ciudad francesa de Lyon, donde vivía su fundador, Pedro Valdo, un rico comerciante que decidió renunciar a sus bienes y predicar el Evangelio a los pobres. Los valdenses seguían la doctrina católica, pero con algunas diferencias: afirmaban el derecho de todos los fieles a leer e interpretar la Biblia, negaban la validez de las indulgencias, las reliquias y las imágenes sagradas, y practicaban la pobreza voluntaria y la predicación itinerante. Los valdenses se organizaron en comunidades autónomas, sin jerarquía eclesiástica, y se extendieron por Francia, Italia, Alemania y otros países.
Tanto los albigenses como los valdenses fueron perseguidos por la Iglesia Católica, que los consideraba herejes y los sometió a la inquisición, un tribunal eclesiástico encargado de investigar y castigar las desviaciones doctrinales. La inquisición utilizaba métodos como la tortura, la confiscación de bienes, la excomunión y la hoguera para obligar a los acusados a abjurar de sus creencias o, en caso contrario, eliminarlos.
La represión contra los albigenses fue especialmente sangrienta y se conoce como la cruzada albigense, una serie de campañas militares impulsadas por el papa Inocencio III entre 1209 y 1229, que contaron con el apoyo de los reyes de Francia y de los señores feudales del norte, interesados en someter y explotar las ricas tierras del sur. La cruzada albigense provocó miles de muertos, la destrucción de ciudades y castillos, y el fin de la cultura occitana. Algunos albigenses lograron resistir en lugares como Montségur o Quéribus, pero fueron finalmente exterminados o dispersados.
LOS QUE PERMANECEN.
La represión contra los valdenses fue menos intensa, pero también duradera. Los valdenses sufrieron varias masacres, como la de Mérindol en 1545, donde murieron más de 3.000 personas, o la de los valles del Piamonte en 1655, donde fueron asesinados unos 2.000. Los valdenses se refugiaron en zonas montañosas y aisladas, donde mantuvieron su fe y su identidad. Algunos se unieron a la Reforma protestante en el siglo XVI, mientras que otros conservaron su tradición original. Los valdenses obtuvieron la libertad de culto en Francia en 1787 y en Italia en 1848, y actualmente forman una iglesia evangélica con unos 50.000 miembros en el mundo.
TIEMPOS DE CRISTO.