En el colegio y la universidad nos enseñan sobre personajes como Sócrates, Alejandro Magno o Julio César. Nadie duda de que existieron, aunque las fuentes históricas sobre ellos son limitadas y tardías. Sin embargo, cuando se habla de Jesús de Nazaret, surgen dudas, objeciones y hasta burlas.
Pero lo sorprendente es esto: Jesús tiene más y mejores pruebas de su existencia que cualquiera de esos personajes antiguos. Y aun así, muchos no creen. La pregunta es inevitable: ¿por qué?
Jesús como hecho histórico
El consenso académico es claro: Jesús existió.
•El historiador ateo Bart D. Ehrman escribió:
“La idea de que Jesús no existió es un mito moderno. La evidencia de su existencia es abrumadora” (Did Jesus Exist?, 2012).
•El agnóstico Maurice Casey, especialista en Nuevo Testamento, afirmó:
“Negar la existencia de Jesús es insostenible. Hay más evidencias de Él que de la mayoría de personajes de la antigüedad”.
Fuentes antiguas:
1.Cristianas tempranas: Pablo (años 50 d.C.), Evangelios (60–100 d.C.).
2.Judías: Flavio Josefo (Antigüedades judías, año 93).
3.Romanas:
•Tácito (Anales 15.44): “Cristo… fue ejecutado por Poncio Pilato durante el reinado de Tiberio”.
•Suetonio (Vida de Claudio 25.4): menciona disturbios en Roma por los seguidores de “Chrestus”.
•Plinio el Joven (Carta a Trajano, 112 d.C.): describe a los cristianos adorando a Cristo como a un dios.
De Jesús tenemos más de 10 fuentes independientes en el primer y segundo siglo.
Comparación: Sócrates depende solo de Platón y Jenofonte. Alejandro Magno, de relatos escritos 400 años después.
La conclusión es clara: no hay personaje antiguo mejor atestiguado que Jesús.
Entonces, ¿por qué algunos no creen?
1. Porque creer en Jesús implica más que aceptar un dato histórico
Jesús no dijo ser solo un maestro moral. Declaró:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).
Aceptar su existencia es fácil; aceptar su autoridad exclusiva es lo que incomoda.
2. El orgullo humano y el amor al pecado
El Evangelio lo anticipó:
“La luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19).
Creer en Jesús significa cambiar de vida. Muchos rechazan no por falta de pruebas, sino por falta de disposición.
3. Ceguera espiritual
El apóstol Pablo escribió:
“El dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos” (2 Corintios 4:4).
Hay una dimensión espiritual en la incredulidad que trasciende lo intelectual.
4. Relativismo cultural
Nuestra época dice: “cada uno tiene su verdad”. Pero Jesús afirmó:
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35).
Reconocerlo como la Verdad absoluta choca con la mentalidad posmoderna.
La paradoja de la incredulidad
El filósofo francés Blaise Pascal lo expresó así:
“La fe tiene sus pruebas, y la incredulidad también las suyas. Pero las pruebas de la fe son más convincentes.”
Jesús mismo lo profetizó:
“Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levante de los muertos” (Lucas 16:31).
La incredulidad no es falta de evidencia, sino una elección del corazón.
La transformación de quienes creen
La evidencia más fuerte no es solo externa, sino interna: millones de vidas transformadas.
Los discípulos pasaron de temerosos a dar su vida por Jesús tras verlo resucitado. Ese poder transformador sigue vigente:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
Conclusión
Jesús existió, está comprobado. Ningún personaje histórico tiene más evidencias a su favor. Pero creer en Jesús es más que aceptar que vivió: es reconocerlo como Señor.
El problema no es falta de pruebas, sino un corazón que prefiere la autonomía, el orgullo o la indiferencia.
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
Pregunta final
Si aceptas a Sócrates, a Alejandro Magno o a Julio César con menos pruebas… ¿Qué te impide aceptar a Jesús, el único que no solo existió, sino que resucitó para darte vida eterna?
No hay personaje histórico con más pruebas de su existencia. Cree… porque son los tiempos de Cristo.
Bart D. Ehrman, Did Jesus Exist? HarperOne, 2012.
F.F. Bruce, The New Testament Documents: Are They Reliable? Eerdmans, 1950.
Flavio Josefo, Antigüedades judías, Libro 20.
Richard Bauckham, Jesus and the Eyewitnesses, Eerdmans, 2006.
Bart D. Ehrman, op. cit.
Maurice Casey, Jesus of Nazareth: An Independent Historian’s Account of His Life and Teaching, T&T Clark, 2010.
Blaise Pascal, Pensées, 1670.
DANIEL E. OSPINA B.

