Nuestro comportamiento cristiano marcará a nuestros niños...
Hay muchas teorías sobre la forma de educar a nuestros hijos como padres. Pero si uno lo hace incorrectamente puede resultar en mucho sufrimiento e incluso puede uno complicarles a ellos sus años futuros. Algunos tratan de educar a sus hijos tal como ellos mismos fueron educados; otros intentan hacer exactamente lo contrario; muchos sustentan la idea de que a los niños se les debe dejar simplemente crecer por sí mismos. Nada de esto garantiza el éxito.
El último método está basado en la idea materialista de que el desarrollo de un niño va en paralelo con la historia evolutiva de la humanidad; que de alguna manera mágica, inexplicada, el “sistema nervioso” del niño madurará a medida que crezca, y el resultado será un adulto moral, de buen comportamiento. Aunque la teoría se desmiente fácilmente -basta notar la numerosa población de criminales cuyos sistemas nerviosos, por alguna razón no maduraron– es una forma facilista de educar a los hijos y lograr cierta popularidad. Pero la teoría no responde por el futuro de tu civilización ni por tus años de vejez.
Un niño se puede comparar a una hoja en blanco. Si en este escribes lo que no es correcto dirá cosas incorrectas. Pero, a diferencia de una hoja, un niño puede empezar él mismo a escribir: el niño tiende a copiar lo que ya ha sido escrito… No se le hace ningún bien a un niño tratando de comprarlo con una sobreabundancia de juguetes y posesiones o de atosigarlo y sobre protegerlo: el resultado puede ser atroz…
Uno tiene que decidir lo que pretende que el niño llegue a ser. Esto lo determinan varias cosas.
a) Lo que el niño fundamentalmente puede llegar a ser, dado su carácter inherente y su potencial;
b) lo que el niño mismo realmente desea llegar a ser;
c) lo que uno quiere que el niño llegue a ser;
d) los recursos disponibles… Pero recuerda que cualquiera que sea la suma de estas condiciones, el niño no sobrevivirá bien a menos que en algún momento llegue a tener confianza en sí mismo y a ser muy moral. De otra manera, es probable que el resultado final sea un riesgo para todos, incluyendo al propio niño.
Cualquiera que sea el afecto que se tenga por el niño, recuerda que a la larga no podrá sobrevivir con éxito si no tiene bien puestos los pies en el camino hacia la supervivencia. No sería accidental si al niño le fuera mal: La sociedad contemporánea está hecha sobre medidas para que los niños fracasen.
La mejor manera de criar a un niño es enseñarle desde muy temprana edad la Palabra de Dios y que se comprometa a seguirla, entendiendo sus preceptos, dándole ejemplo de verdadera conducta cristiana y de acuerdo a lo que dicen las escrituras. Después de esto otra forma que da resultado es sencillamente tratar de ser amigo del niño. Es una gran verdad que un niño necesita amigos. Trata de descubrir cuál es realmente el problema del niño, y sin destruir sus propias soluciones intenta ayudarle a desentrañarlas.
Obsérvalos y esto vale también para los bebés. Escucha los que los niños te cuenten sobre sus vidas. Déjales ayudarte, ser libres, tomar decisiones, moverse por espacios con libertad sin tanta recomendación: si no lo haces, quedarán abrumados por el sentido de la obligación y entonces tendrán que reprimirse hasta el día que descubran que tienen un carácter; ese día nada los detendrá y serán adultos neuróticos y rebeldes a la autoridad.
Será de gran ayuda para el niño si tú logras hacerle entender que Cristo es el camino a la felicidad, y que no hay otro, pero para eso deberá ver a Cristo en tu rostro, en tu forma de ser en tu trato con los demás miembros del núcleo familiar; en esencia el respeto hacia ellos de parte tuya seas padre, madre, abuelo, abuela o quien ayude en su crianza…
Daniel E Ospina B.