Existen temporadas en la vida en las que simplemente manejamos cuesta arriba, e ir cuesta arriba requiere el doble del esfuerzo que usamos para ir en terrenos planos o bajadas.
Es por esto que, en medio de temporadas difíciles, debemos ser intencionales a la hora de tomar doble porción de la presencia de Dios, doble revelación de su palabra, y doble convicción de su amor.
¡Créeme! Solo así podremos permanecer en pie.
Pero, ¿qué le pasa a un automóvil cuando se detiene en medio de una cuesta pronunciada? ¿Acaso se puede quedar estáticos por mucho tiempo? La respuesta es no.
El riesgo inminente de parar en medio de las cuestas es el peligro de deslizamos.
Ojalá nos quedáramos ahí, sostenidos, luchando por no caer, pero NO.
Detener la búsqueda de Dios y las disciplinas espirituales (oración, ayuno, lectura de la palabra) en medio de una temporada difícil tarde o temprano nos hará volver atrás.
Y Así, normalmente caeremos más bajo que el nivel en el que empezamos el camino.
La Biblia dice en hebreos 2:1
“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?«
Amigos lectores, hay momentos de la vida en los que simplemente no podemos detenernos.
Y no, no necesariamente me estoy refiriendo a hacer más de lo que estabas haciendo antes de ser tentado a detenerte. El reto estará solo en mantener el ritmo. Dar pasos de fe y obediencia que nos ayuden a sostenernos en medio de las subidas.
Si estás desanimada/o, ¡No te detengas!
Si estás argumentada/o, ¡No te detengas!
Si estas enojado/a, ¡No te detengas!
Si te sientes atado/a en medio de una situación o a un pecado, ¡No te detengas!
Si tienes miedo, ¡No te detengas!
Mantente a flote y solo PERMANECE.
Juan 15: 4-5
Permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí.
»Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada
– Carolina Carvajal