¿Cómo podemos lidiar con ese molesto Sentimiento?
Hay sentimientos extraños que comienzan a agitarse en nuestro interior y no entendemos de donde salen, pero son como veneno que nos daña y daña a nuestros hermanos.
El ser envidioso, o celoso de otra persona, es evidencia de carnalidad. Cuando nos enfocamos en cosas materiales en vez de espirituales, nos falta madurez espiritual. 1 Corintios 3 Pablo le escribió esta carta a la iglesia de Corinto a causa de la gente que estaba ocasionando división en el cuerpo de Cristo, prácticamente ilustrando el peligro y la seriedad de la posible destrucción que el egoísmo o celos de una persona pueden traer a toda una iglesia.
Hay consecuencias extremadamente dañinas a causa del pecado de la envidia. Puede arruinar reputaciones, destruir amistades, y traer la raíz de amargura al corazón de una persona, y como resultado puede envenenar su vida entera. Llevada al extremo, la envidia puede degenerar en asesinato. Como en cualquier pecado, la envidia en la vida de una persona puede detener su crecimiento espiritual, destruir su gozo y bienestar.
Las consecuencias podrían ser eternas: Os dí a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?
(1 Corintios 3:2-5). La palabra que Pablo utiliza en
I Corintios 3:3 como envidia es la palabra griega zelos.
El pecado de la envidia se manifiesta así mismo en un amplio espectro. Durante el tiempo en que Jesús ministró en Galilea y Judea, los líderes religiosos tuvieron envidia de la atención que Jesús estaba recibiendo de la gente. El resultado de la amargura en sus corazones los llevó finalmente a que lo crucificaran. Permitieron que su propia envidia se desarrollara al punto de estar dispuestos a matar a un hombre inocente.
La envidia en los corazones de los fariseos y los saduceos fue la causa que llevó a la crucifixión Jesucristo.
Marcos 15:10 dice:
porque conocía [Poncio Pilato] que por envidia le había entregado [a Jesucristo] los principales sacerdotes.
En el Nuevo Testamento existen dos palabras griegas básicas utilizadas para describir el pecado de la envidia: zelos, usualmente traducido “celos” y phthonos, significando “el sentimiento de desagrado producido por escuchar o ser testigo de la ventaja o prosperidad de otros”.
La diferencia entre éstas es que la envidia desea despojar a otros de lo que tienen, aunque no lo quiera para él y el celo desea la misma cosa que otros tienen. A medida que el pecado de la envidia crece dentro del corazón de una persona, ésta comienza a codiciar algo que desea hasta que se convierte en una obsesión que devora su vida entera.
La Biblia nos da mucha más sabiduría que los psicólogos más prominentes del mundo. La Palabra de Dios dice, que nunca debemos tenerle envidia a otra gente.
El salmo 49:16 nos dice:
No temas cuando se enriquece alguno. Cuando aumenta la gloria de su casa.
¿Cuántas veces hemos sido envidiosos de otras personas de los empleos que tienen, los autos que manejan, las casas donde viven, las amistades que poseen? ¿Los talentos que Dios les ha dado?
Dios nos ha instruido a que aprendamos ha estar satisfechos con lo que Él nos ha dado. Dios no comete errores.
El nos creó y sabe nuestras necesidades.
Cuando envidiamos a aquellos que son más prósperos o talentosos que nosotros, no ganamos nada constructivo o que glorifique al reino de Dios. Únicamente arruinamos nuestro propio bienestar espiritual.
Muchas personas han envenenado sus vidas con amargura causada por una envidia incesante. Su placer es causado por el fracaso de otros. No tiene nada bueno que decir de otros, siempre pensando en sí mismos, como mejor que cualquier otro. Dicen que la vida les ha sido injusta. La fortuna de otros es su desventura; el éxito de otros es su fracaso; las bendiciones de otros son sus maldiciones.
Nunca podremos tener una relación sana con Jesucristo mientras guardemos envidia en nuestros corazones.
Proverbios 14:30 dice:
El corazón apacible es vida de la carne, más la envidia es carcoma de los huesos.
La envidia es como el cáncer. Nos carcomerá el corazón, nuestras emociones y nuestros testimonios. El resultado final de la envidia es la enfermedad, y con el tiempo, la muerte.
Santiago 5:9 dice.
Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.
La envidia nos roba el gozo, la felicidad y la satisfacción de la vida. Muchas vidas están llenas de amargura, odio, frustración, confusión y hasta malestares físicos como resultado directo de la envidia. La envidia ocasiona todo tipo de desórdenes físicos por tensión y cansancio nervioso que lleva consigo. Le consume. Nos aísla de todos.
¿COMO VENCER LA ENVIDIA?
- Reconozca y admita el pecado de celos y envidia.
Como con cualquier pecado, admita que la envidia es un problema. Si insiste en aferrarse a su envidia, estará rechazando las bendiciones que Dios ha preparado para usted en Su reino.
- Confiese su pecado a Dios, renuncie y aléjese de el.
I de Juan 1:9 dice:
si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.
- Abra su corazón a la gracia regeneradora de Jesucristo.
Filipenses. 4:13,
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Gálatas 5:22-26.
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.”
Debemos crucificar nuestros deseos carnales diariamente; sólo así podremos vivir en el Espíritu.
- Pida al Espíritu Santo que llene su corazón diariamente.
Romanos 6:11.
El estar lleno del Espíritu Santo usted será controlado por Él, de esta manera EL Amor de Cristo podrá manifestarse en usted hacia la persona o personas objeto de su envidia.
- Rinda su Vida completamente a Jesucristo.
Romanos 12:1-2.
El puede poner amor en su corazón en este instante. El poder de Dios para vencer el pecado está disponible para cualquiera que completamente se rinda a Jesús de Nazaret. Lo único que debe hacer es creer y obedecer. Él hará el resto.
- Ame a la persona objeto de su envidia, cambie su actitud hacia ella ahora mismo, bendígale, exáltele, reconozca que hay personas que son mejores que usted en muchas áreas y con propósitos y llamados diferentes al suyo.
- Busque su propósito en Cristo, busque su asignación, El le guiará y apenas usted este en la voluntad perfecta de Dios será tan exitoso como aquellos a quienes ha envidiado.
- Aplique los principios Bíblicos en las áreas débiles de su vida, vera como estas se van fortaleciendo.
Daniel E Ospina B.