Cuando no somos lo que predicamos y aparentamos…
Aparentarán ser muy religiosos, pero con sus hechos negarán el verdadero poder de la religión! (2 Timoteo 3:5).
La necesidad más grande de la Iglesia en nuestros días es que los miembros de ella vivan de acuerdo con lo que profesan. Que no sean hipócritas.
La palabra hipócrita, en el idioma original, venía del mundo del teatro. Significaba «hablar cubierto con una máscara«. Los actores que representaban los papeles, se ponían una máscara a fin de que el público supiera, viendo la máscara, qué carácter se estaban representando. Un mismo actor representaba varios papeles en una misma función, y disponía de una variedad de máscaras diferentes. Cuando hablaba la parte de uno, sostenía la máscara correspondiente sobre su cara; cuando hablaba la parte de otro, cambiaba de máscara, tomando la apropiada y hablando con su cara cubierta con ella. No podía verse el actor mismo, sino tan solo a la máscara. La audiencia no conocía al hombre; conocían tan solo el papel que hacía. Así, los hipócritas son personas que hablan «cubiertos por una máscara«.
Los hipócritas pretenden que otros piensen que son buenos cristianos, cuando realmente, sus corazones están llenos de pecados: amargura, orgullo, mentira, rivalidad, adulterio, etc. Son semejantes a un dueño de funeraria que aparentaba tristeza a los deudos de un entierro de primera.
Aparentar lo que no se es produce un gasto inútil de energía y, como se basa en la falsedad, es contrario al desarrollo del carácter y a la propia dignidad personal, así como a la reverencia que debemos al prójimo. Los trabajos que el hipócrita se toma para esconder lo que es, son mucho más de lo necesario para llegar a ser lo que aparenta.
No hay pecadores tan malos y tan inexcusables como los que cometen pecados iguales o mayores que los que condenan en otros o enseñan a otros a evitarlos.
Esto atañe de un modo especial a los ministros religiosos indignos de Dios, porque ¿Qué mayor hipocresía puede haber, que predicar e imponer a otros lo que ellos mismos no creen o no observan, demoliendo en la práctica lo que construyen en la predicación?
Bien dicen que, «de los ladrillos de la religión se construyen a veces los prostíbulos«.
Un joven preguntó a un sabio por qué se mostraba tan receloso respecto de la religión, ¿acaso no era la religión lo mejor que tenía la humanidad?
La respuesta del Maestro fue un tanto. Enigmática: «lo mejor y lo peor: he ahí lo que se obtiene de la religión».
«¿Por qué lo peor?», Preguntó el joven.
«Porque la mayoría de las personas saben la suficiente religión como para odiar, pero no la suficiente como para amar».
Un solo cristiano falso puede hacer más por retardar el progreso de la Iglesia que lo que pueden hacer una docena de santos para extender el Reino. El hipócrita llega a ser culpable ante el prójimo porque destruye la credibilidad del evangelio de otros y aún hace que rechacen a Cristo. El hipócrita en la iglesia hace que más de uno de los que están fuera de ella se crea seguro.
Decía un hombre: «Yo negué la existencia de Dios porque no podía imaginar que pudiera existir un autor responsable de aquella horrible farsa que me parecía la vida de ciertos religiosos. Sabe Dios que no soy lo que debo ser ni siquiera lo que puedo ser. Pero prefiero mil veces ser un ateo sincero, que disfrazarme hipócritamente con la máscara del evangelio«.
La más grande artimaña del maligno consiste en hacer que los cristianos lleven una vida de dos caras: que alaben públicamente a Dios, pero a la vez se metan en la crítica, la murmuración, el libertinaje y cosas similares. Satanás no se preocupa porque usted profese el cristianismo… mientras no lo practique realmente.
¿Por qué maldijo Jesús a la higuera?. No fue un acto apresurado motivado por la ira, sino una enseñanza dramatizada: Jesús estaba expresando su enojo contra una religión sin sustancia. Así, como la higuera tenía buen aspecto de lejos, pero al examinarla de cerca no tenía frutos, el templo de Jerusalén, impresionaba a primera vista, pero sus sacrificios y festividades estaban vacíos, no contenían adoración sincera a Dios.
Si usted solo aparenta tener fe sin acompañarla de obras, se parece a la higuera que se secó y murió porque no dio frutos. La fe genuina incluye el dar frutos para el reino de Dios. Cuando el hombre aparenta lo que no es, se ha engañado asimismo y ha mentido a los demás. Por el amor de Dios, no vista la ropa de la hipocresía. La vida futura es lo eterno, este mundo, solo un instante. Al cielo no entran los hipócritas. No venda el reino de la eternidad por un segundo.
«Las mejores obras de Satanás son hechas por gente que dice que ama al Señor”
Si este artículo ha sido de bendición en tu vida, si sientes que aún hay áreas en tu vida que no has rendido a Dios, y llevas una vida doble, te invito a que de rodillas ante Dios le pidas perdón y lo busques a Él en intimidad; confiesa tus debilidades a tu líder o Pastor, pide ayuda, estas a tiempo, el arrebatamiento está cerca y de seguro no querrás quedarte. Bendiciones,
Daniel E Ospina B