“El justo sirve de guía a su prójimo; pero el camino de los impíos les hace errar.”
Proverbios 12:26
Las dos decisiones más importantes de tu vida
Hay dos decisiones que marcarán tu destino para siempre:
1. Recibir a Cristo como tu Salvador.
2. Con quién te casarás.
Ambas definirán tu futuro espiritual, emocional y eterno. Una determinará tu relación con Dios, la otra determinará cómo caminarás en la tierra. Por eso, elegir con quién compartirás tu vida no es un asunto emocional, sino espiritual.
El pastor Myles Munroe dijo una vez:
“El amor no mantiene un matrimonio; el conocimiento sí. Porque el amor es un sentimiento, pero el conocimiento es una decisión.”
Y es cierto: muchos matrimonios fracasan no porque no haya amor, sino porque no hubo sabiduría para elegir.
SOLO PORQUE TE DESEE NO QUIERE DECIR QUE TE VALORE
El deseo es momentáneo, pero el valor es eterno.
El deseo busca satisfacción; el amor verdadero busca propósito.
No te unas a alguien que te desea, pero no te honra. Porque quien no te valora, tarde o temprano te herirá.
Proverbios 31:10 lo deja claro:
“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.”
Y podríamos parafrasearlo también: “Hombre virtuoso, ¿quién lo hallará?”
El valor no está en lo externo, sino en el carácter.
MITOS SOBRE EL AMOR Y EL MATRIMONIO
1. “Dios escoge pareja para mí.”
Esto es falso. Dios no elige por ti, Él te enseña a elegir.
Desde el principio, en el Edén, Dios presentó a Eva, pero Adán decidió:
“Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne” (Génesis 2:23).
Dios pone la responsabilidad del 100 % sobre ti. Te da principios, discernimiento y dirección, pero la elección es tuya. Él no impone, guía.
El amor no es destino; es decisión bajo dirección divina.
2. “Solo hay una persona adecuada en el mundo para mí.”
Tampoco es lógico ni bíblico.
Hay muchas personas que Dios aprobaría para ti, pero debes saber escoger.
Cásate con quien puedas vivir mejor, crecer, servir y cumplir propósito.
Como dijo C. S. Lewis:
“El amor no consiste en mirarse el uno al otro, sino en mirar ambos en la misma dirección.”
3. “El amor es suficiente razón para casarse.”
El amor no es la única razón para casarse.
Debe existir una base sólida que sostenga la relación: valores, propósito, madurez, dominio propio y fe común.
“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican.” (Salmos 127:1)
El amor sin fundamento espiritual y emocional se convierte en pasión sin propósito.
INGREDIENTES FUNDAMENTALES PARA ELEGIR BIEN
1. Unidad espiritual: el alma debe hablar el mismo idioma
“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos.” (2 Corintios 6:14)
La primera condición para un matrimonio duradero es creer en Dios de la misma forma.
Debe haber compatibilidad espiritual, lo que podríamos llamar “genética espiritual”.
Si no se puede compartir lo más grande —la fe en Cristo—, ese matrimonio no funcionará.
La relación más importante en tu vida es la relación con Dios.
Entre más se parezca tu pareja a Jesús, más fácil será amarla.
No busques a alguien que solo vaya a la iglesia; busca a alguien que viva como iglesia.
2. Propósito compatible: caminar en la misma dirección
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10)
Dos personas pueden amarse, pero si no van en la misma dirección, tarde o temprano se separarán.
El matrimonio no es solo para amarse, sino para cumplir propósito juntos.
Antes de casarte, pregúntate:
1. Conozco el propósito de Dios para mi vida?
2. Mi pareja comparte esa visión?
Si aún no sabes para qué naciste, no estás listo para casarte.
Porque el matrimonio no debe distraerte del llamado, sino fortalecerlo.
Billy Graham dijo:
“Una esposa o esposo que comparte tu fe y tu llamado será tu mayor apoyo; uno que no, será tu mayor carga.”
Recuerda: Dios te hará dos preguntas al final de tus días:
1. Qué hiciste con mi Hijo Jesús?
2. Qué hiciste con lo que te di?
El propósito del matrimonio es cumplir tu llamado, no sustituirlo.
3. Salud emocional: sin madurez no hay estabilidad
Nadie es perfecto, pero todos debemos ser personas en proceso de sanidad.
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” (Proverbios 4:23)
Antes de casarte, asegúrate de que esa persona:
•No viva prisionera del pasado.
•No sea iracunda ni adicta.
•No tenga amargura ni resentimiento.
•No sea egoísta, codiciosa o irresponsable con el dinero.
El matrimonio no sana heridas; las revela.
Si alguien no ha sanado su pasado, no puede sostener un futuro.
“El hombre iracundo provoca contiendas, y el furioso muchas veces peca.” (Proverbios 29:22)
Observa cómo trata a sus padres y a sus hermanos; así te tratará a ti.
No te cases con quien tiene deudas o vive de apariencias. La deuda es síntoma de codicia, y la codicia destruye hogares.
“El que ama el dinero no se saciará de dinero.” (Eclesiastés 5:10)
Cásate con alguien generoso, bondadoso e íntegro.
“El que es generoso prosperará; el que reanima a otros será reanimado.” (Proverbios 11:25)
La generosidad es una señal de madurez emocional y financiera.
EL AMOR SE BASA EN LA CONFIANZA
“Los justos caminan en integridad; bienaventurados serán sus hijos después de ellos.” (Proverbios 20:7)
El amor sin confianza se marchita.
Y la confianza se construye sobre la verdad.
Si alguien te miente en el noviazgo, lo hará también en el matrimonio.
Jesús dijo:
“Sí, sea vuestro sí, sí; y vuestro no, no.” (Mateo 5:37)
La integridad es el cimiento de un hogar sólido.
No busques perfección, busca transparencia.
No te enamores del físico, enamórate del carácter.
No busques emociones, busca convicción.
UNA ADVERTENCIA FINAL
Muchas mujeres quieren un hombre de Dios, pero se comportan como Jezabel;
Muchos hombres desean una mujer virtuosa, pero actúan como Sansón.
El matrimonio no cambia a nadie; revela quiénes son.
Por eso, antes de buscar a la persona correcta, sé tú la persona correcta.
San Agustín decía:
“Ama a Dios, y haz lo que quieras.”
Porque si amas a Dios primero, lo que quieras estará alineado con Su voluntad.
Cuando conoces a Dios, descubres tu identidad.
Cuando sabes quién eres, sabes a quién buscar.
Y cuando caminas en propósito, Dios se encargará de que tu camino se cruce con alguien que camine en la misma dirección.
CONCLUSIÓN
Encontrar el amor de tu vida no se trata de “esperar a la persona perfecta”, sino de convertirte en la persona correcta.
El amor verdadero no busca llenar vacíos, busca compartir plenitud.
No se trata de emociones momentáneas, sino de construir eternidad.
“Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón.” (Salmos 37:4)
Primero deléitate en el Señor. Conócelo, amaduralo, deja que Él forme tu carácter.
Cuando estés completo en Dios, atraerás a alguien igualmente completo en Él.
Y entonces entenderás que el amor de tu vida no se encuentra por casualidad, sino por propósito.
“El amor verdadero no se busca, se reconoce cuando dos propósitos divinos se cruzan en el tiempo perfecto de Dios.” — Autor desconocido
TIEMPOS DE CRISTO 2025.

